6 de agosto de 1945. El Enola Gay sobrevolaba cielos nipones, conocía claramente su misión, pero no el resultado de la misma. A Paul Tibbets piloto encargado de dejar caer a Little Boy le temblaban las manos, quizá por el frío matutino, la altura, la vibración misma del bombardero Enola o quizá de miedo, de saberse el verdugo de un poblado llamado Hiroshima.
Después de ese día otra bomba caería en Nagasaki de nombre Fat Man, el 9 de agosto de 1945.
Las cosas no volverían a ser las mismas, la ciencia, la historia, la guerra, el hombre cambiarían para siempre... el hombre lobo del hombre, el hombre un canibal, el hombre asesino de su propia especie y la técnica, alguna vez un sueño hecho realidad, un arma fatal.
Hoy 60 años después.
“Éste es el suceso más grandioso de la historia”
presidente de EU, Harry Truman
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1 comentario:
y las distancias siguen haciendo las perspectivas vulnerables
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