El taxista no tenía brazo derecho. Se enchuecaba hacia mí para hacer el cambio de velocidades. Mientras sostenía con su codo restante el volante, la mano hacía lo necesario con la palanca. A pesar de lo extraño de la situación el hombre había hecho del acto algo natural. De alguna forma había aprendido a hacer lo suyo con facilidad. El mundo se había puesto de cabeza pero supo adaptarse a su realidad.
Rocha alguna vez me dijo que la pérdida de alguien muy querido era como perder una parte del cuerpo. Un cacho de corazón, una pierna o la cabeza. El mundo se ha puesto de cabeza habrá que adaptarse a la realidad.
"Todo se acomoda, aunque quede chueco."
Un tal Felipe
martes, abril 10, 2007
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6 comentarios:
yo creo que un poco de cerebro y un cacho de corazón... ah! y unos cuantos golpes.
y sí, el mundo tendrá que reacomodarse, nunca será el mismo, definitivamente siempre tendrá un hueco.
recuerda que tus sentimientos son tuyos
del hueco... todos lo sentimos
la adaptación... está
pero también está el hueco, que poco a poco se convertirá en un recuerdo dulce
un abrazo
Aunque en algún momento el sentimiento cambia, creo. Deja de ser un hueco y se convierte en un cajoncito de recuerdos. Abrazos.
mini!
échale ganas...
te quieeero muuucho
un abracito
es mejor sentirse sin un brazo, que sin un abrazo; así que te mando muchos carnalito
juanito,
el miserable me deja sin la mitad del cerebro, sin lengua, palabras, ojos y prácticamente sin todos los personajes de mi cotidiano.
tal vez, como dices tú, si nos cosemos con hilo de cáñamo y aguja de canebá podremos lograr un urbano bizarro con fugas: somos lo que vive de él.
desde la tierra de los topos te mando amores torpes y gracias ciegas. te quiero,
tana
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