jueves, septiembre 11, 2014

Jamás


Jamás pensó que la noche terminaría de esa forma. Una serie de explosiones, muchas charlas y besos conectados.

Después, muchos vasos, muchos encuentros, kilómetros andados, autos y frentes destruidas. Por largos lapsos el monstruo, Jamás, salió victorioso, huyéndole a la implacable fuerza del amanecer, al implacable poder de un destino predestinado por su naturaleza ambivalente, por aquella tendencia al boicot que ya muchos colegas científicos habían leído en las estrellas. Aún así, Jamás decidió salir a cobrar lo que la noche le había prometido, a gastar hasta lo último que nunca tuvo, a volar sin alas, a prender los focos con la luz de sus ojos. A fundirse con la noche que él creía eterna. Encontrando simplemente el blackout.

Con el amanecer desaparecieron suavemente las piezas sobrantes de un cuerpo amorfo y poco a poco se dibujó en las sábanas un cuerpo fundido en dos tiempos, en dos espacios, en dos cielos distintos, en dos cuerpos separados, con la memoria quebrada y un poco de resaca. Despertó y desapareció.

Cuentan que en el crepúsculo lo han visto entre sombras, que la profecía ha prometido una venganza. Nada ha sido probado con certeza, ellos simplemente decidieron llamarlo, Jamás.

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