Los vieron solitarios y después juntos, muy juntos, en el frío gris, en los duelos de Kuppa y Toad, navegando rápidos y comiendo con los árabes. Ahí dónde siempre se brinda y se chocan los tarros repletos de espíritus jóvenes. Los encontraron caminando por la Rambla y viendo al can cantar can-cán en la ciudad blanca. Malditos, los dos perdieron al tres en el día donde los inocentes hacen malas bromas. Cruzaron el puente, apostaron millones, subieron la montaña y el árbol. Después, se despidieron y volvieron a encontrar, cientos de veces, quizá miles, perdieron la cuenta. Siempre cantando a los queridos y al tipo que le teme a la piel y odia la carne.
Ahora, los ven lejos, pero siempre quedará el andar en las entrañas. Caminaron como vagos, como pocos, como nadie.
A Jim lo apodaban Jimbo, su alter ego asesino. Así lo llamó por primera vez su mejor amigo: Jimbo el loco, Jimbo el borracho, el drogadicto que cantaba en el suelo del escenario.
Lo creyeron loco cuando su padre lo tiró de las escaleras, cayó de cabeza. Algunos dicen que enloqueció en la adolescencia cuando se perdió en el alcohol, otros, que fueron las drogas o la muerte, siempre tan cercana. De ninguna teoría se encontraron pruebas contundentes. La única verdad es que Jimbo nació Jimbo.
lunes, junio 25, 2012
Regresé al rojo, al de mis antepasados eternos en las paredes. Pasé por el día 32 y no estoy solo.
BdA.
El Xun es modelo 80' a veces corre, a veces le gusta ir al cine, a veces perderse por ahí, le gusta mucho la chevecha y recordar que las noches no llevan estrellas.