>ilustración.quique.la.maraca.y.el.tacón<
Hicimos una promesa, ¿o no la hicimos?. No lo recuerdo. El punto es que nos reuníamos como buenos templarios a la luz de las velas o de la lámpara vieja a beber, a despertar a Kundalini, la víbora de la noche. Todo fue un acuerdo implícito de buscar en la noche lo que el día nos quitaba, a cambio de la nausea matutina, nos dio la sed, en lugar de la luz, la noche, nosotros haríamos el resto.
Los templarios son aquellos que viven de los excesos. Pero que respetan el signo que llevan en el pecho, que les recuerda una tierra a la que tienen que regresar. Bah! Que mañana el rey tendrá que pedirnos dinero para que sus bienes viajen con bien. Bah! que la noche es larga y el vino correrá como la sangre de aquellos que se nieguen a servir un vaso más!
La noche es ella que se esconde en el fondo del mar, espera que la siga sabiendo que ahí todo acabará. En el día, en la catedral de Rouen, en los castillos de Pndapetzim
en el frío mar de Cerbere, con el queso y el vino, el humo y la piel. Cuando despierte al día siguiente.
Es el recuerdo el que hace vivir a los templarios, el recuerdo de la noche.
¿Quién levanta la copa templaria?